Nos pasamos la vida
intentando tomar el camino adecuado, y cada vez que nos equivocamos, los más
perfeccionistas lo vivimos como fracasos. Pero… ¿cómo saber cuál es la elección
correcta?
Hay momentos en los que,
sin saber cómo, te encuentras tan desorientado, que no ves ningún camino, o ves
demasiados…Somos “Alicias” con gato liante incluido. Pero en realidad,
esto es lo que nos depara la vida, subidas y bajadas, y salir airosos de estas
situaciones depende solo de uno mismo, de nuestro modo de afrontamiento.
Podemos elegir el camino del inconformismo, la infelicidad, la queja, la
negatividad, el estancamiento personal… O, podemos escoger la vía más
inteligente, hacer de lo malo lo mejor y trabajar la escucha personal: ¿Qué
quieres tú realmente? ¿Qué te hace feliz?
Ojo, ¡la queja es válida!
De hecho debemos hacerlo. Quejarnos, derrumbarnos, caernos; pero sólo por un
momento, para coger impulso en la subida. Negar las emociones es un gran error,
todos tenemos el derecho y el deber de vivirlas y expresarlas, como parte del
proceso sanatorio.
Pararse de vez en cuando a
escucharse a uno mismo no viene nada mal. Esto significa prestar toda nuestra
atención y analizar los mensajes de nuestro Yo interno (continuamente estamos
mandándolo callar). Aunque analizar no implica sentarnos a preguntar por qué no
pasó, por qué no salió o lo que es lo mismo, vivir anclados en “el debía”…
Realmente es más fácil y gratificante sembrar ilusiones y verlas crecer, y ante
los fracasos tomarlos como un entrenamiento. En el camino hacia la felicidad hay
varias paradas, donde nos espera la frustración y el dolor, y por raro que
parezca, ellas son nuestras aliadas, son parte del proceso de
aprendizaje.
¿A cuento de qué todo esto?
Simplemente son reflexiones, momentos que hacen cambiar el rumbo habitual, que
aún no siendo tan buenos, ayudan a identificar pensamientos y modos de actuar
erróneos, así como a descubrir estrategias efectivas. Son momentos que ayudan a
valorar opciones que hasta ahora no veía, porque simplemente no les daba
oportunidad.
Con frecuencia buscamos
culpables y/o causas externas, cuando realmente solo nosotros somos responsables
de cómo vivimos, de lo que sucede en nuestra vida. Voy aprendiendo
¡aunque no es nada fácil! a dejar que las cosas pasen, a vivir en el aquí y
ahora, intentando no dibujar el futuro; a ser racional, pero también a escuchar
a mi “Yo”, a leer las señales, a dejarme llevar. Aún queda un largo y duro
trabajo…
Yo decido, yo me equivoco,
pero yo me levanto y elijo qué camino quiero (no debo) seguir. ¿Quién pone las
normas? Solo nosotros tenemos el poder de decidir cómo queremos que las cosas
pasen.
No esperes a que pase la
tormenta, aprende a bailar bajo la lluvia
*** Yo decido, yo me equivoco, pero yo me levanto y elijo qué camino quiero (no debo) seguir. ¿Quién pone las normas? Solo nosotros tenemos el poder de decidir cómo queremos que las cosas pasen. ***
ResponderEliminar¡¡¡ No esperes a que pase la tormenta, aprende a bailar bajo la lluvia ..... !!!