Desde que tengo memoria, puedo decir sin temor a equivocarme, ni hacerme la mártir, ni quejarme que como cualquier SER humano, he pasado por momentos muy duros y amargos, siempre con la cabeza en alto, fe, confianza en que todo en la vida tiene remedio, (esas fueron mis enseñanzas desde niña) que todo se va arreglando, así siguió mi adolescencia, debo reconocer también con tintes maravillosos de felicidad, distracción y amor.
Como es natural me hice mujer, gracias a Dios pude formar un hogar con mis propios errores, aciertos, responsabilidades, fallas pero con la mejor disposición de hacerlo lo mejor posible, tuve tres hermosas hijitas, que han sido el regalo más bello recibido con agradecimiento a la vida.
Siempre me sentí llena de amor, bien plantada como un ( árbol, ) enfrentando todo lo que creí me tocaba sortear, lo que fuera necesario, dando siempre su lugar a mi familia nuclear como a la que formé.
Así ha pasado el tiempo siempre con la idea de apoyar, amar, estar al lado de mis hijitas, desde lo más insignificante hasta lo más importante, siempre a su lado.
Cuando ha sido pertinente mi presencia física ahí he estado, sino de manera virtual, cada una de ellas me ha ido marcando el camino según sus necesidades, pero siempre han tenido la delicadeza de no hacerme sentir de más.
Actualmente mi hija la menor es una mujer casada y tiene una nena preciosa (mi nietecita) y ¡ Oh ! sorpresa.
Ella sí ha sido más fría desde entonces, muy certera para marcar su lugar y por lo tanto a mi me ha puesto en el mío con tanto aplomo, seguridad y frialdad de la que nunca la creí capaz.
Llego a la conclusión de que cada una tiene en su mente y corazón el camino a seguir para lograr su felicidad, lo malo aquí es que estoy pecando de soberbia, lo sé, ya que me siento como un trebejo arrinconada en un cuarto obscuro con el mensaje de " ya no me sirves para demostrarme tu amor ."
Eso me ha dolido hasta el fondo de mi alma. Sea como sea, estoy segura que eso es parte de la vida, el dolor, a lo único que me niego es pasar a ser un árbol seco, hueco,muerto, sin ramas, aun a mis 74 años me siento renovada con el inmenso amor que siempre he sentido capaz de obsequiar a los demás, sobre todo a mis seres amados.
Fluye en mí la necesidad de seguir amando, pero creo debo ubicarme y hacerlo de forma diferente o sea sin depender de nada a cambio, eso es en lo que fallo. Ya no es tiempo de reciprocicar, debo amar sin esperar ser amada de igual manera.
Martha Gabriela de la Vega.
Siguen pasando lentamente los días y yo sigo sin saber nada de mi tercera hijita y mi nietecita, siguen de viaje, lo único que pido a Dios Nuestro Señor es que estén bien en todos los sentidos, que sigan divirtiéndose y que las proteja con su manto. Las amo.
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