En el centro de un gran bosque había un gran
árbol, un magnífico árbol. A su sombra se sentaban a descansar los caminantes y
sus ramas los pájaros construían sus nidos.
- Pero un día las ramas dijeron: ¿Veis lo
importante que somos? Causamos la admiración de todos los que nos ven y los
pájaros están muy contentos de vivir con nosotras… Además, ¡qué colorido tan
maravilloso tienen nuestras hojas! ¿Qué tenemos nosotras que ver con ese sucio y
gordo tronco, tan feo y horrible, y cuánto menos con esas apestantes raíces que
están todo el día bajo tierra? Y decidieron que desde aquel día vivirían solas
sin necesitar de nadie.
- El tronco por su lado dijo: ¿Qué sería del
árbol sin mí? Soy quien sustenta a las ramas y doy vigor a todo el árbol. Si yo
no estuviese aquí las ramas no tendrían fundamento ni savia que les dieses
colorido y vida… Soy, ciertamente, el más fuerte e importante.
- Nosotras sí que somos bien importantes,
dijeron las raíces. El árbol no podría subsistir sin nosotras que absorbemos de
la tierra la sustancia con la que producimos el alimento que sustenta al tronco
y a las hojas. Por eso, no tenemos nada que ver con ese tronco tan antipático y
gordo, y menos con esas ramas tan creídas. Desde hoy nos alimentaremos nosotras
solas y no daremos nuestra savia a nadie. Y así hicieron.
- El gran árbol comenzó a secarse. Las hojas
se cayeron y el tronco se quedó sin una gota de savia. Las raíces estaban más
tristes que nunca. Los pájaros abandonaron los nidos construidos en las ramas y
la gente, que pasaba por el bosque, ya no se sentaba a tomar la sombra… Todo el
bosque estaba muy triste porque el gran árbol se estaba muriendo.
- Pero poco a poco las raíces, las ramas y el
tronco se dieron cuenta de que no podían vivir separados, que estaban hechos
unos para otros y que la importancia no era de cada uno, sino del árbol que
todos formaban… Así que las raíces dejaron de guardarse la savia sólo para ellas
y se la dieron al tronco. Este, al principio, se negaba a participar, pero al
fin también colaboró. Las ramas se alegraron al recibir la primera gota de savia
y pidieron perdón al tronco y a las raíces por haberlos despreciado.
- Todo volvió a ser como antes. Los pájaros
siguieron anidando en las ramas y la gente sigue tomando la sombra bajo su
copa.
El árbol ya está de nuevo feliz y el bosque se
alegra con él.
PARA REFLEXIONAR
1. Cuantos de ustedes se
han embarcado en un mismo proyecto de amor como el matrimonio, ¿has llegado a
ser el gran árbol a cuya sombra descansan los caminantes?
2. ¿En qué momentos has
creído que eras tú el que más valía en tu matrimonio? ¿Hasta qué punto has
experimentado que las “separaciones” nos restan vitalidad?
3. “La importancia no era
de cada uno, sino del árbol que todos formaban”. ¿Qué compromisos puedes hacer
para que esta convicción fructifique?
ESTE ES UN GRAN EJEMPLO QUE DEBE HACERNOS COMPRENDER QUE COMO INDIVIDUOS NO PODEMOS HACER CASI NADA SOLOS. NUESTRA VOLUNTAD Y GANAS DE ESFORZARNOS SI ES UNITARIA PERO PARA VIVIR EN SOCIEDAD O EN COMUNIÓN SIEMPRE TODOS NECESITAMOS DE TODOS PARA FLORECER Y TRIUNFAR.
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