En cierta ocasión, un reportero le preguntó a un agricultor si le podía divulgar el secreto de su maíz, pues año tras año ganaba el concurso como mejor producto.
El agricultor le confesó que se debía a que compartía la mejor semilla de su maíz con sus vecinos
El agricultor le confesó que se debía a que compartía la mejor semilla de su maíz con sus vecinos
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El reportero extrañado, sorprendido y confuso por la respuesta, sonrió pensando que el agricultor le estaba jugando una broma dado que no esperaba esa respuesta y volvió a preguntar:
¿Por qué comparte la mejor semilla de su maíz con sus vecinos si usted también entra en el mismo concurso?
El agricultor le contestó: Verá usted señor.
El viento lleva el polen de maíz maduro de un sembradío a otro.
Si mis vecinos cultivaran un maíz de calidad inferior, la polinización cruzada degradaría constantemente la del mío.
Es por esta razón que comparto mi mejor semilla de maíz con mis vecinos.
El reportero con la cabeza baja le dijo:
Viento, permítame abrazarle y darle las gracias, pues hoy aprendí lo que nunca en la universidad alguna podría haber aprendido.
Lo mismo ocurre con otras situaciones de nuestra vida.
Quienes quieran lograr el éxito deben ayudar a que sus vecinos también tengan éxito.
Quienes decidan vivir bien, deben ayudar a que los demás vivan bien,
Porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca; y quienes optan por ser felices,
deben ayudar a que otros encuentren la felicidad, porque el bienestar de cada uno de nosotros depende del bienestar de todos.
*** Quienes decidan vivir bien, deben ayudar a que los demás vivan bien, Porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca; y quienes optan por ser felices, deben ayudar a que otros encuentren la felicidad ***
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