Cuando conoces los problemas que te transmite tu árbol genealógico hay que des identificarse , haciendo de ese árbol una entidad danzante, aliada y luminosa. Somos portadores de los conflictos no solucionados de nuestro árbol, el cual arrastra mucho sufrimiento aunque también trae consigo muchos dones.
La psicogenealogía ayuda no sólo a sanar a los que están, sino a los que no están. A los antepasados que viven en nosotros y a los hijos de los hijos de nuestros hijos que aún no han nacido. Sanar un árbol genealógico es transmitir a las siguientes generaciones un ADN más sano. Sanar nuestro árbol, significa entender nuestro legado, darle forma a nuestro camino, encontrar similitudes y entender las repeticiones de las cuales hay que poder salir para encontrar nuestro propio destino. Muchas veces tratamos de borrar o silenciar lo que esta en nuestra base, solo encontrándole un lugar, dándole espacio para que se exprese podemos sanar. Como el ying-yang, donde hay cosas buenas hay cosas malas y viceversa, entendiendo los opuestos como unidos podemos comprender porque nos pasan las cosas en la vida. Al salir del lugar de victimas de las circunstancias y al colocarnos en lugar de actores de nuestra propia existencia podemos determinar nuestro futuro como la concreción de los sueños que deseamos. Al sanar nuestras raíces nos conectamos naturalmente con florecer la copa, nuestros pensamientos. Todas las familias tienen temas a resolver, mochilas que cargamos a través de tres generaciones anteriores a la nuestra y al poder verlo, al poder encontrarle lugar a las piezas del rompecabezas podemos cerrar el círculo para empezar nuestro propio camino. Todas las familias encierran misterios, secretos, tabúes y hasta desgracias que muchas veces por protección se tratan de ocultar o maquillar pero solo a ponerlas a la luz y entender de donde vienen podemos salir de la eterna repetición. Para sanar hay que abrazar, amar nuestros vínculos, entender que solo podemos ser quien somos si nuestros padres se encontraron, al igual que cada uno de los personajes que conforman nuestra familia. La sincronía del encuentro para dar nacimiento a tu ser. A mi me gusta pensar que uno elige a sus padres, que uno elige nacer en determinada familia con determinadas búsquedas a resolver, y como un Sherlock Holmes, buscando las pistas y entendiendo el camino podemos encontrar nuestra verdad, esa verdad que nos hace libres para ser uno mismo. CONSEJO: ENRAIZATE Cuando nos sentimos un poco en el aire, nos faltan raíces, nos encontramos sin base para poder florecer, por eso necesitamos de los árboles. Los árboles nos unen con la tierra, nos conectan con nuestras raíces, con nuestros antepasados, con nuestro árbol genealógico. Estar en armonía con las raíces hace que podamos tener un tronco con ramas frondosas para que llegado el momento pueda dar frutos. ENRAICEMONOS para poder dar nuestros frutos a los que nos rodean, así plantaremos semillas a nuestro alrededor y nos sentiremos mejor… El daño se transmite de generación en generación: el embrujado se convierte en embrujador, proyectando sobre sus hijos lo que fue proyectado sobre él, a no ser que una toma de consciencia logre romper el círculo vicioso. No hay que temer hundirse profundamente en uno mismo para enfrentar la parte del ser mal constituido, el horror de la no realización, haciendo saltar el obstáculo genealógico que se levanta ante nosotros como una barrera y que se opone al flujo y reflujo de la vida. En esta barrera encontramos los amargos sedimentos psicológicos de nuestro padre y de nuestra madre, de nuestros abuelos y bisabuelos. Tenemos que aprender a desidentificarnos del árbol y comprender que no está en el pasado: por el contrario, vive, presente en el interior de cada uno de nosotros. Cada vez que tenemos un problema que nos parece individual, toda la familia está concernida. En el momento en que nos hacemos conscientes, de una manera o de otra la familia comienza a evolucionar. No sólo los vivos, también los muertos. El pasado no es inamovible. Cambia según nuestro punto de vista. Ancestros a quienes consideramos odiosamente culpables, al mutar nuestra mentalidad, los comprendemos en forma diferente. Después de perdonarlos debemos honrarlos, es decir, conocerlos, analizarlos, disolverlos, rehacerlos, agradecerles, amarlos, para finalmente ver el “buda” en cada uno de ellos. Todo aquello que espiritualmente hemos realizado podría haberlo hecho cada uno de nuestros parientes. La responsabilidad es inmensa. Cualquier caída arrastra a toda la familia, incluyendo a los niños que están por venir, durante tres o cuatro generaciones. Alejandro Jodorowsky |
*** Ancestros a quienes consideramos odiosamente culpables, al mutar nuestra mentalidad, los comprendemos en forma diferente. Después de perdonarlos debemos honrarlos, es decir, conocerlos, analizarlos, disolverlos, rehacerlos, agradecerles, amarlos, para finalmente ver el “buda” en cada uno de ellos. Todo aquello que espiritualmente hemos realizado podría haberlo hecho cada uno de nuestros parientes. La responsabilidad es inmensa. Cualquier caída arrastra a toda la familia, incluyendo a los niños que están por venir, durante tres o cuatro generaciones. ***
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