Cada día estamos tan inmersos en nuestro propio egoísmo e individualismo que somos criminales de manera inconsciente, ya que solamente nos preocupamos por nosotros mismos y no nos damos cuenta de que lo que le hicimos al otro fue grave, siendo esto irremediable en la vida del otro.
Siempre nos vamos haciendo daño los unos con los otros matándonos parte de lo que teníamos en nuestro más íntimo ser.
¿Cuántas veces no hemos matado los sentimientos de las demás personas?
¿En cuántas ocasiones cada uno de nosotros no ha menospreciado a las diferentes personas que nos encontramos a lo largo de la vida y dañado de esta forma su integridad humana?
Todos con o sin intención, alguna vez en la vida hemos asesinado los sentimientos de otros y de esta forma nos convertimos en más asesinos que aquellos que están en la cárcel por matar físicamente a una persona, porque cuando se daña psicológicamente aniquilamos a las personas por el resto de sus vidas, y la condenamos a que aquella parte que se vio dañada no reviva nunca más.
Cada una de las personas que habitamos sobre la faz de la tierra, posee sentimientos, y por lo tanto aunque quizá no se dé cuenta del daño que le han causado, su inconsciente sí lo sabe y lo guardará para ir acumulándolo y volver al que ha recibido el daño, en un ser inerte que camina por inercia.
Hoy, nos preguntamos
¿Cómo es que hemos sido capaces de caminar libremente por la vida dañándonos irremediablemente a cada instante? o quizá lo que acabamos de decir anteriormente es falso, y el precio o la condena que pagamos por ser homicidas es vivir, en donde la cárcel es la vida misma.
¿Quién no ha dicho en alguna ocasión una palabra cruel a otra persona y la hemos devastado y ni siquiera nos hemos dado cuenta?
¿Cómo es que hemos sido capaces de caminar libremente por la vida dañándonos irremediablemente a cada instante? o quizá lo que acabamos de decir anteriormente es falso, y el precio o la condena que pagamos por ser homicidas es vivir, en donde la cárcel es la vida misma.
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