A veces los hijos son muy desagradecidos con sus padres, incluso en su etapa de adultos cuando debieran tener mayor capacidad de apreciar lo que sus padres supusieron para ellos.
Bien es cierto que hay padres que no han sido ejemplares, pero incluso los mejores padres, los que más han sacrificado por sus hijos, los que más han luchado por darles oportunidades que ellos mismos no tuvieron… también pueden tener hijos muy ingratos.
Para una madre que ha sacrificado mucho de su propia vida, que ha dado buen ejemplo a sus hijos incluso llegando a dejar de lado sus propias vidas para dar paso a la de sus hijos, los hijos ingratos le son doblemente dolorosos. Es doloroso tener hijos desagradecidos.
“Mi vida nunca ha sido fácil, pero tuve la suerte de poder trabajar junto a amigos. Muchas veces me vi obligada a trabajar en otras cosas para dar sustento a mis hijos, nunca mirando por mí sino por las necesidades de mi hija. Mi hija lo es todo para mí, ahora es una mujer educada y bien posicionada, pero ya no está junto a mí. Ahora sólo me escribe muy de vez en cuando y no sé nada de ella, ya no me necesita en su vida y ahora su vida gira sólo en torno a ella misma, se olvidó de mí, una vez alcanzó lo que tanto luché porque tuviese me dejó de lado. Ahora sólo está disponible para sí misma y los amigos que ella, yo claramente no estoy en su lista.”
Así habla una madre con mucho dolor sobre su hija; no existe la madre perfecta ni la mujer perfecta, pero cuando se es madre se trata de ser la mejor, y todo el amor que ha sido dado a la mujer se derrama sobre el hijo, se trata de que no tengan problemas y se les evita que pasen necesidades. Aunque la madre sea la que pase por todos lo momentos malos, los hijos pasan a ser intocables. Se les mima demasiado, se le consiente tanto que muchas veces se les da sobreprotección.
Pretender hacerlo todo bien, es un anhelo imposible. Somos incompletas, tenemos grietas y fallas. Nos equivocamos, nos confundimos, no tenemos todo claro y esa es nuestra realidad. Pero eso no se le dice a un hijo, no se puede, ellos deben ver en una madre a la mujer perfecta, la que todo lo puede. Pero la realidad es que todos somos humanos y por lo tanto con muchos defectos. Creo que los hijos debieran saber, que no siempre se les puede dar todo lo que quieren porque a la larga no sabrán apreciar los sacrificios, y darán por sentado que sólo deben abrir la boca para obtener lo que quieren.
La ingratitud supone mucho dolor para cualquier persona, sobretodo si viene de un hijo. A una madre cualquier palabra que se diga afectará su corazón, porque siempre piensa como esta madre hizo: “cuando mi hija sea grande… podré hablar con ella, seremos amigas y nos podremos contar nuestras cosas”. Esperando que así sea se le da todo, hasta que llega a ser una gran profesional.
Las madres siempre están dispuestas a sacrificarlo todo por sus hijas, y a veces la vida así lo requiere. Hay madres que lo han dado todo por sus hijos e hijas, que no se han guardado nada y han dado de si por ellos. Muchas veces trabajando de más, sacrificando comodidad e incluso llegando a sacrificar sueños por ver a sus hijos con algo mejor, con un futuro mejor, o por la sonrisa de un hijo un día cualquiera. A los padres que han hecho todo esto y más por sus hijos, la vida muchas veces les depara sorpresas desagradables: hijos e hijas que no les toman en consideración una vez llegan a independizarse.
A una madre todo esto le duele mucho más cuando entra en cierta edad y las fuerzas flaquean y se sigue sin saber nada de esas criaturas preciosas por las que se vivió y desvivió. Como madre produce una enorme alegría y satisfacción en la vida ver que a una hija le salgan alas, se independice, la educación por la que luchaste que tuviera le viniese bien y logre una profesión y un nivel de vida mejor que la tuya propia. Todo ello es motivo de alegría y regocijo, pues es muestra de que tus sacrificios no fueron en vano. Pero duele enormemente que esas alas puedan llevar a los hijos tan lejos que ni se asomen a preguntar cómo estás, y que cuando lo preguntan sea sin interés real sino simple por cordialidad con la madre. Como madre resulta duro descubrir que tu hija te dejó de lado, pasa todo su tiempo con sus nuevas amistades y ni un fin de semana al mes pueda dedicarte. Duele ver que ahora, personas que te son extrañas son las que están para recoger las lágrimas de tu hija, que son ellos quienes la arropan cuando el mundo se viene abajo, y que no sólo ya no acuda a ti para buscar cobijo en estos momentos, sino que tampoco está para ti cuando es a ti que todo se te viene abajo.
Observando experiencias así saco la conclusión de que siempre es malo darlo todo y sin medidas. No se les puede estar dando todo a los hijos cuando éstos lo quieran, los padres no debieran darle a los hijos todo cuanto pidan, en el momento que lo pidan. Hay que enseñarles a valorar las cosas, a valorar el sacrificio que por ellos se hace, a valorar cada cosa que se les da. Los hijos deben de comprender, desde cuanto más jóvenes mejor, que la vida no es de color rosa y que todo cuesta, todo tiene un precio, todo se logra con el sudor de una frente (si no es la de ellos, es con el sudor de la frente de los padres). Hay que enseñar a los hijos a ser buenos hijos, no sólo preocuparnos por que tengan estudios y acceso a la universidad. En el hogar también deben recibir educación, es una educación diferente pero igualmente importante.
Las madres sacrificadas deben darse a respetar, que los hijos ingratos sepan que muchas veces la madre se saca el pan de la boca para dárselos a ellos. Es necesario que los hijos lo sepan, es necesario no ocultarles la realidad de la dureza de la vida, es necesario evitar que piensen que todo es color rosa, es necesario que valoren cuanto se hace por ellos, que si la vida les es fácil es gracias a lo que por ellos se hace y muchas veces por lo mucho que se sacrifica por ellos.
No hay súper madres, madres con poderes mágicos, lo que hay son madres trabajadoras. A los hijos hay que enseñarles a ser responsables. Si eres madre de niños pequeños puede que aún estés a tiempo de cambiar la forma en la que les estás educando.
Pero a las madres que ya están sufriendo el abandono de sus propios hijos, esta falta de interés que tienen por ti, sólo queda decirles que seguramente llegará el día en que sus hijos ingratos se den cuenta de que la madre que tuvieron fue realmente la mejor madre del mundo. Ojalá cuando se den cuenta de ello no sea demasiado tarde y puedan de algún modo llegar a apreciar y recompensar a sus padres por lo mucho que hicieron por ellos.
Si eres una hija, aunque seas ya adulta, y te sientes identificada, entonces posiblemente seas una mujer con suerte porque aún estás a tiempo de acercarte a tu madre, acércate a ella porque tenerla es como tener un pedacito de Dios. Acércate porque aún estás a tiempo pues una madre siempre espera a sus hijos con los brazos abiertos por muy mal que éstos se portasen con ella.
Si eres hija y aún no eres madre, se buena hija porque seguramente algún día serás madre, y este dolor que tu madre sufre pudiera ser también tu dolor.
Fuente:
Internet
Es muy triste, lo imagino, que después de haber pasado tantos años cuidando, apoyando, acompañando, cubriendo todas las necesdidades de nuestros hijitos; ellos vayan creciendo y nos vayan haciendo a un lado sin misericordia, ni ningún sentimiento de agradecimiento. Ha de ser un dolor muy grande e inexplicable, porque en realidad por impefectas que seamos no dejamos de ser madres. Los hijos nunca d...eben olvidar que así como ellos se comportan ahora, tendrán sus propios hijos y de esa manera se va forjando una cadena interminable de olvido, que a querer o no tiene que doler. Dios nos dijo: Respeta a tu padre y a tu madre, es uo de los muy importantes mandamientos de la Ley de Dios; más no nos dijo respétalos solo si son perfectos. Todos como humanos sabemos que tenemos fallas, pero creo el menos indicado para condenarnos es nuestro propio hijo, como siempre digo : la vida todo se cobra, tarde o temprano, tratemos de no llevar en nuestro camino ese sello tan incómodo de hijo malagradecido; ya que nos estorbará para siempre, en cualquier lugar y con cualquier persona. Nunca hay que menospreciar a los seres que nos dieron la vida, mucho menos olvidarlos.
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