El equilibrio y la ecuanimidad son mutuamente dependientes. Sin equilibrio emocional es imposible mantener la ecuanimidad mental y sin la ecuanimidad mental es imposible cultivar el equilibrio emocional.
El cultivo de la ecuanimidad emocional exige una vigilancia constante y una fuerte autodisciplina, no sea que el mono se escape y nos robe los frutos de la práctica cultivados con tanto esmero. Permitirse estallidos emocionales, por ejemplo de rabia, lujuria, miedo o celos, puede desbaratar toda una vida de conducta disciplinada.
El equilibrio no es algo que deba alcanzarse aniquilando las emociones. Cultivar el equilibrio significa aplicar la disciplina y el conocimiento para impedir que las emociones se desboquen y no significa eliminarlas. Esto es mantener en equilibrio las energías internas regulando las reacciones emocionales ante los estímulos exteriores. Controlar el corazón con la cabeza, en lugar de dejar que el corazón galope desbocado, controlar el Fuego con el Agua, en lugar de dejar que el Fuego queme toda su esencia y toda la energía, significa guiar las emociones con sabiduría y subordinar el instinto a la voluntad.
La meditación y el Chi-kung son útiles para cultivar la ecuanimidad debido a la claridad y el autocontrol que fomentan, aunque no bastan para regular totalmente las reacciones emocionales.
La única manera eficaz de controlar las reacciones emocionales y establecer firmemente el equilibrio es ejercitar la ecuanimidad día a día durante las situaciones y actividades normales. A este tipo de práctica se le llama meditación en acción. La vida emocional es el terreno en que se pone a prueba la meditación. Si la rabia, el miedo, la lascivia, la envidia y otras emociones conflictivas continúan perturbando su paz mental y extraviando su comportamiento, quiere decir que no ha trasladado a las actividades cotidianas corrientes las virtudes y percepciones intuitivas que ha experimentado durante la práctica de la meditación.
Este es un problema frecuente, y una manera de superarlo es tratar de imponer una breve pausa entre la percepción y la reacción, sobre todo en las situaciones emocionalmente sensibles, de modo que la mente sabia tenga oportunidad de regular las reacciones antes de que la mente emocional envíe la energía a una reacción precipitada e irrevocable. Esa pausa entre la percepción y la reacción es el principal truco que se emplea para domar al mono y atarle el collar de la disciplina mental.
Uno de los mejores foros para cultivar el equilibrio y ejercitar la ecuanimidad es el matrimonio. La proximidad y la intimidad personal de la vida conyugal provocan el espectro completo de las emociones, y la única manera de impedir que el mono emocional haga trizas un matrimonio es cultivar la ecuanimidad y aprender a dirigir el corazón con la cabeza.
El equilibrio emocional es probablemente la virtud más difícil de cultivar, pero es indispensable para avanzar en la práctica. Sin él, las emociones se apoderan constantemente de todas las energías y contrarrestarán las órdenes de la mente sabia. La razón sirve de muy poco aquí, porque la razón esta gobernada por el ego, el cual mima a la mente emocional y racionaliza el comportamiento para satisfacer sus caprichos. Solo nuestra firme voluntad y nuestra conciencia alerta pueden reunir el poder necesario para liberarnos de las garras del mono.
Para cultivar el equilibrio y lograr la ecuanimidad, el primer paso es reconocer la emoción como ladrón de la salud y la vitalidad, y como veneno para el desarrollo espiritual, en lugar de considerarla un impulso romántico. Esto no solo significa evitarlas reacciones emocionales negativas como la rabia, el miedo, y la envidia, sino también renunciar a la exaltación emocional y al egocentrismo del éxito mundano.
La emoción en el corazón es como el veneno en una substancia, como el fuego latente en las cañas; hay que tener conciencia de esto. Por lo tanto, cuando las personas superiores hacen su trabajo, no se sienten exaltadas cuando se les concede prestigio, no se sienten engrandecidas cuando se las honra, no prestan atención cuando se las trata con familiaridad, no recelan cuando se las trata con frialdad, y no se las puede humillar. Así pues, las emociones no las agitan.
Tan Chiao ( Escritos transformadores)
Muy buenos consejos que a todos nos pueden ayudar ante tanto problemas emocionales que nos invaden. Ya que los tiempos son muy difíciles, es una disciplina en toda la extensión de la palabra llena de sabiduría.
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