"Evitemos aferrarnos al dolor y a la pérdida, no busquemos más culpables y decidamos afrontar la vida con valor, serenidad, confianza y fe en que podremos manejarla"
Puede ser tan negativo recordar todo lo que nos hicieron como no recordar nada. Cuando lo hacemos es porque nos encargamos de mantener vivo el recuerdo en nuestra mente, sin conciencia de que, al hacerlo, mantenemos abiertas las heridas y alimentamos el resentimiento dentro de nosotros. Así es como nos volvemos víctimas de nuestro recuerdo y no de lo que vivimos hace tanto tiempo. Pasar la página se vuelve una necesidad, pues es la única manera de rescatar cualquier lección aprendida, liberando las emociones alteradas que guardamos para también liberarnos de la carga mental y emocional de cada recuerdo negativo, y sentir la capacidad de abrirnos a otra oportunidad.
Cuando no recordamos nada es porque, en algún momento, decidimos olvidar; es decir, dejar encerrados los recuerdos que tanto nos afectaron para no tener que volver a sufrirlos, sin darnos cuenta de que, así, nos forzamos a volver a vivir esas experiencias porque siguen siendo una lección pendiente de asimilar. En este caso, necesitamos darnos cuenta de que seguimos afectados y, tal vez, evadiendo afrontar lo que vivimos. Para poder superarlo y obtener un aprendizaje debemos liberar el dolor, sanar las heridas emocionales y hacerlas parte del pasado que tanto nos ha hecho crecer como seres humanos.
No importa que lejos nos hayamos mudado del lugar donde tuvimos alguna experiencia difícil. Si no logramos asimilarla, vuelve y se nos presenta en el nuevo lugar donde ahora se desarrolla otra etapa de nuestra vida, inclusive con personas parecidas y dentro de un contexto muy similar. Somos el producto de todo lo que hemos vivido, porque la vida es una escuela y no vale la pena evadir nuestros dilemas. Tarde o temprano el pasado nos alcanzará para que podamos afrontar, superar y aprender de esa experiencia.
Con frecuencia encontramos fácil buscar un culpable de lo que nos sucede. Creemos que son los demás, con su comportamiento y actitud, los verdaderos responsables de nuestro malestar, pero lo cierto es que ellos son un instrumento que nos muestra lo que tenemos guardado dentro de nosotros y representan una oportunidad de reconocerlo y sanarlo para trasformar la respuesta que le damos a la vida en todo momento.
Algo hicimos o dejamos de hacer en algún momento, y ahora se refleja en esa situación difícil o incómoda que nos toca vivir. Por eso, necesitamos aprender a buscar en nosotros la causa de lo que vivimos, a tiempo de que podamos transformar esa actitud, creencia o comportamiento para soltarnos del pasado, y vivir verdaderamente un presente diferente y renovado.
Dejemos de lamentarnos, sequemos nuestras lágrimas, evitemos aferrarnos al dolor y a la pérdida, decidamos dejar de sentirnos víctimas de los demás, no busquemos más culpables y decidamos afrontar la vida con valor, serenidad, confianza, ánimo y fe en que podremos manejarla y convertirla en una experiencia maravillosa.
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En la vida considero que no hay culpables ni víctimas, ¡la Vida, eso es, Vida ! la cual a cada quien se nos presenta de diferentes maneras; todos estamos expuestos a terribles catástrofes, pero de ahí a buscar y empeñarnos en encontrar culpables es una diferencia garrafal. Llega u momento en cada uno que somos arquitectos de nuestra propio destino ¿entonces? No vivamos sólo para lamentarnos, pues de nada nos sirve, trabajemos y luchemos por un buen presente y futuro y dejemos el pasado como un buen aprendizaje, que en realidad eso es, ya que la vida es la mejor Escuela. ( Tal vez esté equivocada, lo siento...)
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