No es raro que muchas personas sientan que en la época de navidad aumenta su soledad. Se sienten raras y anormales por lo que experimentan.
Es muy importante que no se comparen con nadie, especialmente con personas conocidas que tienen familia, amor, etc.
Además les ayudará leer el siguiente texto.
Feliz Navidad a todos, los solos y los acompañados, los que están en su tierra y los que no lo están.
Si esta navidad te sientes solo o sola, quiero compartir estas reflexiones para acompañarte. Las tomé de un artículo que escribí hace tiempo titulado “Reconciliarse con la soledad de la vida”.
La soledad es un fenómeno muy amplio que abarca muchos elementos y puede ser reflexionado desde la filosofía, la teología, la psicología, la medicina, la antropología, etcétera. También puede ser vista como algo negativo o positivo, como enemiga o aliada.
La soledad es una paradoja, algo que incluye elementos contradictorios. Por un lado, el aislamiento físico no significa necesariamente soledad, pues una persona puede estar en comunión con los demás a distancia y sentirse cercano a los que se quiere. En muchas ocasiones la soledad física ayuda a sentir la comunión que existe con los demás. Por otro lado, la compañía física no implica acabar con la soledad. Entre los casados hay un gran número de mujeres y hombres, con una enorme soledad afectiva aunque tengan interacción física. Si alguien pretende deshacerse de la soledad casándose comete un gran error.
¿Por qué le tememos tanto a la soledad? Porque cuando ésta no es aceptada ni trabajada nos afecta de muchas maneras. James Lynch advierte que la soledad puede causar hábitos destructivos, mala salud y muerte prematura. La soledad estimula sentimientos de ansiedad, desprotección, abandono y, sobre todo, de indefensión, sentimientos dolorosos y desagradables que llevan a la angustia. Ésta, es la “angostura” de los pensamientos en una sola línea que se repite obsesivamente. Algunas formas de soledad también colaboran a caer en una depresión que quita el ánimo de la vida.
Por otra parte, la baja autoestima contribuye mucho a que la soledad llegue a ser destructiva, pues al no tener una buena valoración personal el mundo se convierte en amenaza más que en oportunidad de realización. La baja autoestima fomenta el desánimo, la desesperanza, propicia que la persona se centre en lo negativo, el fatalismo, en esperar la solución de fuera y no de dentro. Aquí hay una invitación a trabajar la autoestima.
La soledad asumida y aceptada favorece la buena salud, el fortalecimiento personal y la capacidad de establecer relaciones interpersonales nutricias.
La soledad es tan necesaria que su falta nos puede distraer de una tarea muy importante en la vida: ser nuestros propios acompañantes. Por querer apagar el sentimiento de soledad, por buscar una compañía, no descubrimos que somos excelentes acompañantes de nosotros mismos.
La soledad ayuda a conocer, sin evasiones, la propia riqueza, singularidad, valía y límites. Es preciso estar solos, de manera física y emocional, para poder apoyarnos en nosotros mismos. Paradójicamente, cuando aprendemos a estar solos tenemos más posibilidades de entrar en comunión con los demás. Es necesario que la persona aprenda primero a vivir sola para que desde la libertad escoja una pareja. La soledad está íntimamente relacionada con la comunión.
No puede haber comunión si no ha habido una soledad que me permita trabajar y madurar mi persona, reconociendo que los demás me ayudan a esto.
Para reconciliarse con la soledad de la vida ayuda mucho que la persona confíe en sí misma y acepte su experiencia emocional (todos los sentimientos), pues el cuerpo tiene una sabiduría interior que salva. Confiar en uno mismo es fundamental para la vida y requiere de fuerza interior. Por ello, uno de los mayores regalos que les podemos dar a los demás es colaborar para que confíen en sí mismos. No fomentarles la autodesconfianza diciéndoles lo qué deben hacer, o darles las recetas de la vida, y siendo su director.
La relación con Dios también ayuda mucho a madurar en la aceptación de la soledad. La relación afectiva con Jesucristo llega a ser tan profunda, que queda un deseo permanente de revivirla, y así se convierte en algo muy atrayente.
Te deseo la felicidad de contar contigo mismo o misma.
Luis Valdez Castellanos sj
Es muy importante que no se comparen con nadie, especialmente con personas conocidas que tienen familia, amor, etc.
Además les ayudará leer el siguiente texto.
Feliz Navidad a todos, los solos y los acompañados, los que están en su tierra y los que no lo están.
Si esta navidad te sientes solo o sola, quiero compartir estas reflexiones para acompañarte. Las tomé de un artículo que escribí hace tiempo titulado “Reconciliarse con la soledad de la vida”.
La soledad es un fenómeno muy amplio que abarca muchos elementos y puede ser reflexionado desde la filosofía, la teología, la psicología, la medicina, la antropología, etcétera. También puede ser vista como algo negativo o positivo, como enemiga o aliada.
La soledad es una paradoja, algo que incluye elementos contradictorios. Por un lado, el aislamiento físico no significa necesariamente soledad, pues una persona puede estar en comunión con los demás a distancia y sentirse cercano a los que se quiere. En muchas ocasiones la soledad física ayuda a sentir la comunión que existe con los demás. Por otro lado, la compañía física no implica acabar con la soledad. Entre los casados hay un gran número de mujeres y hombres, con una enorme soledad afectiva aunque tengan interacción física. Si alguien pretende deshacerse de la soledad casándose comete un gran error.
¿Por qué le tememos tanto a la soledad? Porque cuando ésta no es aceptada ni trabajada nos afecta de muchas maneras. James Lynch advierte que la soledad puede causar hábitos destructivos, mala salud y muerte prematura. La soledad estimula sentimientos de ansiedad, desprotección, abandono y, sobre todo, de indefensión, sentimientos dolorosos y desagradables que llevan a la angustia. Ésta, es la “angostura” de los pensamientos en una sola línea que se repite obsesivamente. Algunas formas de soledad también colaboran a caer en una depresión que quita el ánimo de la vida.
Por otra parte, la baja autoestima contribuye mucho a que la soledad llegue a ser destructiva, pues al no tener una buena valoración personal el mundo se convierte en amenaza más que en oportunidad de realización. La baja autoestima fomenta el desánimo, la desesperanza, propicia que la persona se centre en lo negativo, el fatalismo, en esperar la solución de fuera y no de dentro. Aquí hay una invitación a trabajar la autoestima.
La soledad asumida y aceptada favorece la buena salud, el fortalecimiento personal y la capacidad de establecer relaciones interpersonales nutricias.
La soledad es tan necesaria que su falta nos puede distraer de una tarea muy importante en la vida: ser nuestros propios acompañantes. Por querer apagar el sentimiento de soledad, por buscar una compañía, no descubrimos que somos excelentes acompañantes de nosotros mismos.
La soledad ayuda a conocer, sin evasiones, la propia riqueza, singularidad, valía y límites. Es preciso estar solos, de manera física y emocional, para poder apoyarnos en nosotros mismos. Paradójicamente, cuando aprendemos a estar solos tenemos más posibilidades de entrar en comunión con los demás. Es necesario que la persona aprenda primero a vivir sola para que desde la libertad escoja una pareja. La soledad está íntimamente relacionada con la comunión.
No puede haber comunión si no ha habido una soledad que me permita trabajar y madurar mi persona, reconociendo que los demás me ayudan a esto.
Para reconciliarse con la soledad de la vida ayuda mucho que la persona confíe en sí misma y acepte su experiencia emocional (todos los sentimientos), pues el cuerpo tiene una sabiduría interior que salva. Confiar en uno mismo es fundamental para la vida y requiere de fuerza interior. Por ello, uno de los mayores regalos que les podemos dar a los demás es colaborar para que confíen en sí mismos. No fomentarles la autodesconfianza diciéndoles lo qué deben hacer, o darles las recetas de la vida, y siendo su director.
La relación con Dios también ayuda mucho a madurar en la aceptación de la soledad. La relación afectiva con Jesucristo llega a ser tan profunda, que queda un deseo permanente de revivirla, y así se convierte en algo muy atrayente.
Te deseo la felicidad de contar contigo mismo o misma.
Luis Valdez Castellanos sj
Me parece un articulo excepcional, ese es el motivo por el cual me permito compartirlo con todos.
ResponderEliminarNo es necesario ningun comentario ya que es conciso, lleno de Fe y alentador para nuestro Ser Interior