“No debería haber comido ese pedazo de tarta, estoy engordando mucho”, “No me van a dar ese trabajo, no me van a ver capacitada”, “Debería haber puesto un guardarropa en la entrada de la casa, soy un verdadero desastre”, “No hay nada que me salga a derechas”, “La cena me ha salido asquerosa”, etc.
¿Te suena este tipo de diálogos internos? ¿Sueles dudar de ti y hacerte de menos?
¿Te comparas con la gente y siempre sales perdiendo? Pues entonces has de saber que eres prisionero de tu Crítico Interno.
O sea, que hay una voz en tu interior que te tiene atrapado, que te habla con desprecio, que te censura y que hace que todo te parezcinsuficiente y, por lo tanto, te menosprecies.Esa voz siempre estará esperando a que cometas un error para así poder echarte en cara cualquier cosa. Así, como si tuviésemos un espejo como el de la malvada madrasta de Blancanieves, le preguntamos en nuestro afán comparativo algo sobre lo que sabemos que en cierto modo tenemos desventaja.
Digamos que solo somos capaces de escuchar aquellos pensamientos que nos dicen que somos un completo desastre y que en esencia no somos más que una equivocación.
Así es que se crea una explosión de efectos y entonces ya solo nos queda enfrentarnos al miedo, al cansancio, a la depresión, a la tensión, a la insignificancia y a las dudas.
Del mismo modo, si por un casual en algún momento dejamos de hacerle caso, entonces nuestro Crítico Interno atacará con todas sus armas e intentará impactar en nuestro punto débil. No se privará de decirnos cosas del estilo “Eres un…(débil, egoísta, gordo, delgado, torpe, estúpido, lerdo, fracasado, cobarde, holgazán y demás lindezas)”.
La infancia de nuestro Crítico Interno
Como no es de extrañar, esto tiene horrendos efectos en nuestra vida emocional y más si este criminal interior lleva desarrollándose con nosotros desde la más tierna infancia. Así que esto es mucho más devastador cuando somos niños y son nuestros padres los que nos inician en el cruel arte de la crítica.
Es habitual que los objetivos educativos de los padres condenadores estén por encima de lo que ellos han conseguido. Probablemente ellos hayan querido con sus críticas que encontremos nuestro sitio en la sociedad, que seamos capaces de relacionarnos y que no nos devoren a través de la crítica externa.
De hecho, es probable que el miedo a que sufriésemos ese desamparo y a fracasar como padres les llevó en su día a presionarnos a través de la crítica.
Esta crítica no tenía por qué ser verbal, sino que bastaba con una mirada de preocupación o de reproche. Así es que, para un niño adoctrinado en la dicotomía acierto-error, solo esto bastaba para invocar al crítico interno para que alimentase los remordimientos.
Otras costumbres educativas basadas en el manejo y construcción del Crítico Interno son los repliegues, los silencios, los sentimientos de ofensa, los chantajes emocionalesy las críticas a otras personas del entorno como parientes o vecinos. En todos estos casos nuestro Crítico interior fue y es un alumno aventajado que toma nota de todo cuanto ve, oye y siente como inaceptable.
¡¡No puedes ser como eres!!
Así, por muy duros que resulten sus diálogos, el crítico interior siempre tiene buenas intenciones. Él quiere protegernos de condenas y rechazos y busca ahorrarnos vergüenza y sufrimiento. De alguna manera nos está diciendo que teme por nosotros. Si entendemos esto y valoramos sus intenciones de manera positiva probablemente esté en disposición de dar un paso atrás.
No obstante, busque lo que busque, lo que hace es causarnos profundas heridas emocionales. En especial castiga a nuestro Niño Interno, pues mata su creatividad y su autoestima.
Su severidad acabar con nuestra autoconfianza y crea profundas inseguridades, lo que nos hace sentir que nunca acertamos con nuestras actuaciones y que somos personas inválidas.
Los efectos del Crítico Interior
Debemos saber que nuestro Crítico Interior puede esconderse en los lugares más insospechados y que su aparición dependerá de la vulnerabilidad que se palpe en el momento. Por ejemplo, al Crítico Interior de las mujeres le suele gustar esconderse detrás del espejo.
De su boca escucharemos todo tipo de mandamientos y prohibiciones, por lo que no es de extrañar que en su afán por distorsionar nuestra realidad critique nuestro aspecto a fondo. O sea, lo que hace viene a ser lo que comúnmente llamamos: no dejar títere con cabeza.
Como es de esperar, el hecho de que con nosotros mismos nos relacionemos de esta manera sabotea nuestras relaciones con otras personas. Así, el Crítico Interno nos convierte en mendigos de reconocimiento, de aprobación y de atención.
Digamos que así buscamos que suplan nuestras carencias y que asuman nuestras necesidades. Si bien esto en la fase de enamoramiento puede funcionar bien, enseguida deriva en un verdadero desastre.
Así que lo que las solicitudes que en un principio hacen sentir bien a nuestra pareja, pronto la desbordan y la ahogan en un mar de funciones que no está dispuesta a desempeñar.
De igual modo, el Crítico Juez de las personas que se tienen en poca estima hará que quienes les rodean se impacienten e incluso se enfaden ante su constante inseguridad e insistencia en cuestionar si todo está saliendo bien.
Cómo enfrentarse al Crítico Interior
Sabiendo esto cabe destacar que no nos debe ver amilanarnos, pues si lo hacemos nos perderá el respeto. Así, por un lado debemos comprender que sus intenciones son buenas, pero por otro debemos ponerle límites sin agredirlo.
Así que deberíamos decirle algo así como: “Crítico, sé que tus intenciones son buenas, pero me haces daño, así que quédate ahí quieto y no me critiques nunca más”.
O sea, debemos tratar a nuestra voz interna como lo hacemos con las personas. Es decir, con respeto y empatía con independencia de los errores que hayan cometido. Por lo tanto, se trata de desterrar la idea de la pelea con uno mismo, pues vale más la aceptación y la comprensión del propio sentir.
De este modo, el Crítico Interno irá bajando la voz y haciéndose más educado. Así, si en algún momento vuelve a la carga, debemos hablarnos a nosotros mismos haciendo referencia a él como una parte más de nuestro sentir.
De este modo, si tras este proceso comenzamos a escucharlo de nuevo, es importante que le escuchemos y otorguemos la importancia justa su opinión. Relacionándonos así lograremos dejar de prestar atención a esas sensaciones que engendraba en nosotros (vergüenza, menosprecio, culpa, etc.) y podremos liberarnos del malestar que durante tantos años no has atormentado.
Raquel Aldana
*** Es habitual que los objetivos educativos de los padres condenadores estén por encima de lo que ellos han conseguido. Probablemente ellos hayan querido con sus críticas que encontremos nuestro sitio en la sociedad, que seamos capaces de relacionarnos y que no nos devoren a través de la crítica externa. ***
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