""" El Alma se pudre y se nota """

La verdad es que somos unos renegados odiosos, unos resentidos desamorados y caprichosos que se la pasan quejándose, no estamos, ni estaremos conformes con nada nunca, y es porque no queremos, sino que deseamos pelear, protestar, quejarnos.

Estamos mas que podridos, envenenados, llenos de odio, resentimiento y maldad, el alma se pudre, y como de todo lo que esta podrido, surge la hediondez, hay emanaciones que son las quejas y lamentos, ese reniego constante, las protestas.

Estamos en contra de todo y de todos, y si bien siempre decimos tener motivos, la verdad es que los inventamos, siempre hay una excusa para protestar, renegar, quejarnos, lamentarnos, para aborrecer, debido a que lo que realmente queremos es hallar una excusa para escupir veneno, odiar, expresar la rebeldía resentida que fermenta en el interior que se halla completamente en descomposición.

Aunque digamos que nuestra vida es una desgracia, una catarata de problemas y una sucesión de dificultades, la verdad es que nosotros la haceos, volvemos o convertimos en mas desgraciada de lo que realmente es. Dificultades, problemas y contratiempos, todos tenemos, a nadie se le ahorran penas en este valle de dolores, nadie esta de paseo por el mundo, el problema es que renegamos, nos quejamos, protestamos y odiamos, nos envenenamos deseando venganza, queriendo expresar la aversión que sentimos al vernos contrariados.

Considerar que sería menos problemático todo si fuésemos menos orgullosos, soberbios, autosuficientes, debido a que esa es la causa primera y principal de tantas desgracias, debido a que nos alzamos y rivalizamos contra Dios queriendo ser dioses y deseando imponer nuestra delirante y caprichosa voluntad no solo en nuestra vida, sino en el mundo y en la vida de otros.

Es lógico que si queremos hacer siempre obsesiva, terca y testarudamente, por no decir también, resentida y renegadamente, nuestra voluntad, vamos a hallar siempre contratiempos, problemas, dificultades, reveces, pues somos nosotros los que vamos a contramano, los que están empeñados, obsesionados, desesperados histéricamente por prevalecer siempre y en todo.

Si tuviésemos menos caprichos, tendíamos menos reveces y contratiempos, debido a que, al tener una voluntad propia tan evolucionada, desarrollada, exageradamente caprichosa, rebelde, obsesiva, es lógico que hallemos siempre obstáculos, pues deseamos ganar, prevalecer e imponernos en todo y a todos, y lo que es peor, nos quejamos si otros tienen libertad o voluntad propia, pues suponemos que deben ser títeres o esclavos sujetos a la satisfacción de nuestros caprichos y ambiciones.

Los envenenados somos nosotros, y no es por la cuestión dificultosa que nos humilla y hace ver o tomar consciencia que somos nada, podemos nada y sabemos nada, sino porque estamos llenos de resentimiento, odio, maldad, de deseos de venganza.

Jamás hemos perdonado, nunca hemos olvidado, por ello vivimos en guerra y a la defensiva, porque queremos imponernos, prevalecer, vencer, vengarnos, humillar a todos, someterlos, obligarlos a reconocernos como superiores, mejores, admirables, o al menos, a reconocerse ellos como inferiores, detestables, basura, etc.

La verdad es que somos unos cobardes llenos de miedo, de autocompasión, dedicados a sí mismos que no hacen mas que estar como quieren estar, y luego, orgullosamente, se quejan y acusan a otros de sus desgracias, pero, es nuestra alma la que se pudre y envenena mas allá e lo que otros sean o hagan.

No importa la maldad ajena, lo que debemos considerar que, con odio, es nuestra alma la que se esta pudriendo, y los síntomas son esos lamentos, quejas, el andar siempre considerándonos desgraciados, ese inmundo querer ser egoístas que se hunden y obsesionan solo por sí mismos.

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