Estoy convencido de que hemos nacido libres, pero a partir de ese momento todos vamos coartando poco a poco nuestra libertad de manera consentida. Ya sea por las religiones, por costumbres sociales o culturales, porque empezamos a utilizar la forma de conseguir lo que creemos necesitar, mercadeando, a cambio de recibir aceptación, reconocimiento y nace en nuestras vidas la hipocresía intentando agradar a todo el mundo.
Buscamos algo sin ser conscientes de vivir presos de nuestros juicios, de nuestros miedos y estos terminan por encerrarnos en nosotros mismos.
Desde el momento en el que el ego se va apoderando de nosotros, pasamos a ser devorados por este, y en consecuencia cautivos de sus necesidades.
Permitimos que sean otros los que hagan, piensen y gobiernen nuestras vidas, por tanto, nos convertimos en esclavos de un sistema que acatamos y aceptamos alegremente sin más, y lamentablemente, convencidos de una libertad inexistente.
Nuestra falta de consciencia, de razonamiento y objetividad, el negarnos a despertar y pensar de manera autónoma, nos ha domesticado en la mayor mazmorra de este mundo y por si fuera poco, lo apoyamos, lo alentamos al dejar de ser dueños de nuestro poder.
Precisamente porque no vivimos desde y en esa deseada libertad, no dejamos de echarla en falta, ni de buscarla fuera de nosotros, la anhelamos y de forma equivocada nos dejamos engañar con las pequeñas migajas donde creemos reconocerla.
Es el amor y el ser fieles a nosotros mismos, lo que merece nuestro más merecido respeto, porque es lo único que nos permitirá sentirla y vivirla de manera autentica.
Felix Moratilla
*** Es el amor y el ser fieles a nosotros mismos, lo que merece nuestro más merecido respeto, porque es lo único que nos permitirá sentirla y vivir la de manera autentica. ***
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