La Lucha de Zafiro

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Soy una mujer en plenitud madre de 3 hijas adultas, 2 nietecitas y un nietecito; tranquila, gozando de todo lo que la vida me da, que todavía es mucho.....

miércoles, 12 de marzo de 2014

""" Los Muros """


Enseñar a quien no tiene curiosidad por aprender es como sembrar un campo sin ararlo.
 Richard Whately 



 Seis cuentos cortos de Anthony de Mello 



Los muros

 Los muros que nos aprisionan son mentales, no reales. 

 Un oso recorría constantemente, arriba y abajo, los seis metros de largo de la jaula. Cuando, al cabo de cinco años, quitaron la jaula, el oso siguió recorriendo arriba y abajo los mismos seis metros, como si aún estuviera en la jaula. Y lo estaba… para él… 















El odio

 Nuestros enemigos no son los que nos odian, sino aquellos a quienes nosotros odiamos… Un ex-convicto de un campo de concentración nazi fue a visitar a un amigo que había compartido con él tan penosa experiencia. - ¿Has olvidado ya a los nazis? -le pregunto a su amigo. - Si, dijo este. - Pues yo no. Aún sigo odiándolos con toda mi alma. Su amigo le dijo apaciblemente:: - Entonces, aún siguen teniéndote prisionero.





 Defectos

 La mayoría de las veces, los defectos que vemos en los demás son nuestros propios defectos. -Perdone, señor -dijo el tímido estudiante- pero no he sido capaz de descifrar lo que me escribió usted al margen en mi último examen… - Le decía que escriba usted de un modo más legible -le replicó el profesor. 




 El poder del miedo

 La Peste se dirigía a Damasco y pasó velozmente junto a la tienda del jefe de una caravana en el desierto. - ¿Adónde vas con tanta prisa? Le preguntó el jefe. - A Damasco. Pienso cobrarme un millar de vidas. De regreso de Damasco, la Peste pasó de nuevo junto a la caravana. Entonces le dijo el jefe: -¡Ya sé que te has cobrado 50.000 vidas, no el millar que habías dicho!. - No, le respondió la Peste. - Yo sólo me he cobrado mil vidas. El resto se las ha llevado el Miedo. 




Felicidad

 Decía un anciano que sólo se había quejado una vez en toda su vida. Cuando iba con los pies descalzos y no tenía dinero para comprar zapatos. Entonces vio a un hombre feliz que no tenía pies. Y nunca volvió a quejarse. 



 Diógenes 

 Estaba el filósofo Diógenes cenando lentejas cuando le vio el filósofo Aristipo, que vivía confortablemente a base de adular al rey. Y le dijo Aristipo: - Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura de lentejas. A lo que replicó Diógenes: - Si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey.



 Anthony de Mello

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