El descubrir que el prisionero es uno mismo, hace que nuestras emociones se cimbren, pero una vez calmados, procurar ir por el camino correcto.... sin enojos, venganzas, cobardía.
Primero perdonarnos a nosotros mismos, para de esa manera poder y sentir perdón por los demás.
Es un hecho, que si sentimos desamor, si permitimos que en nuestro corazón anide el odio; ni nosotros podremos ser ni hacer feliz a nadie. Hay que recordar que el amor atrae amor.... procuremos no olvidarlo.
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