Al caer la tarde, mi alma se llena de una impotencia impresionante, el lado positivo y seguro que
me he forjado gracias a mis afectos languidece como ella.
Siempre esperando al nuevo amanecer para resurgir con él.
Doy gracias a la vida por las oportunidades obtenidas y por tantos privilegios que me rodean sin
merecerlo.
Bendito sea tu nombre Jesús.
Te pido veles por mis amores ahora y siempre,
Amén.
El tiempo que he vivido ha sido placentero aún con tintes de variados colores y sabores. Al casi final de ella veo que las presencias se han restado, pero el amor de mi Marthita y mi Yayis está presente con la presencia increíble a ratos de su padre. Gracias por todo Señor.
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