La Lucha de Zafiro

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Soy una mujer en plenitud madre de 3 hijas adultas, 2 nietecitas y un nietecito; tranquila, gozando de todo lo que la vida me da, que todavía es mucho.....

sábado, 2 de agosto de 2014

""" El mal hábito de Callar """





En nuestra cultura, hemos aprendido sistemáticamente a no expresar lo que sentimos, a no comunicar con claridad aquello que nos acontece, a obviar las emociones y los sentimientos asociados a muchas vivencias cotidianas. En una cultura que le da suma importancia a la racionalidad, no hemos aprendido a comunicar lo que sentimos apropiadamente. Peor aún, usualmente se nos ha enseñado a callar, a no confiar, se nos enseñó a “ser fuertes”, y dentro de esa triste y castradora enseñanza, ser fuertes implica no sentir, obviar nuestros sentimientos, dejar aquello que nos molesta en el fondo de nuestra psique.
Y el hábito de callar trae consigo muchísimas consecuencias negativas. La más obvia es una sensación de incomprensión, producto de que los otros no saben qué estamos experimentando emocionalmente (lo más probable es que nosotros tampoco sepamos explicarlo); rabias frecuentes, generadas por la falta de expresión de aquello que nos acontece psíquicamente; explosiones emocionales, como consecuencia de la sistemática represión de nuestras emociones; síntomas de angustia y ansiedad, una respuesta fisiológica como efecto de una prolongada represión emocional en el tiempo; llegando hasta somatizaciones físicas, reflejadas en síntomas corporales, e incluso, enfermedades.
Otras veces, no callamos lo que sentimos, pero nuestras respuestas emocionales son profundamente desasertivas y exacerbadas, en comparación con el estímulo que estamos recibiendo; es decir, tenemos explosiones emocionales terribles, que no tienen relación alguna con aquello que está ocurriendo en nuestras vidas. Por supuesto, esto también tiene que ver con la falta de asertividad, la ausencia de experiencias que nos enseñen a identificar y comunicar apropiadamente aquello que sentimos.
Definitivamente, es tremendamente importante comprender que debemos comunicarnos, que es necesario trasmitir nuestras emociones e impresiones relacionadas con nuestro intercambio emocional cotidiano; pero también es importante comprender que para hacerlo necesitamos adquirir esa asertividad que nos permita comunicarnos sin herir, sin atacar, sin querer imponer nuestros criterios y razones. Un proceso de comunicación sano está basado, principalmente, en expresar lo que siento y creo, pero también en escuchar al otro, en ponerme en los zapatos del otro para intentar comprender sus puntos de vista; no necesariamente para identificarme con aquello, pero sí para aprender a respetarlo. Comunicar no es imponer, es lograr que el otro me escuche. Escuchar no es hacer a un lado lo que siento, es lograr comprender lo que siente el otro y tratar de hallar puntos de encuentro.
Y de eso se trata la vida: de conseguir puntos de encuentro, no islas de desencuentro; vínculos que nos unan, no posturas que nos separan; canales de expresión, no discursos que nos hagan sentir incomprendidos.
Además, llegar a la conclusión de que es mejor callar que comunicarnos, lo único que muestra es inmadurez, incapacidad para encontrar estrategias vinculantes, necesidad de victimizarnos para justificar actitudes inapropiadas, entre muchas otras. Mi invitación es, pues, a que nos abramos a la experiencia de abrirnos, de hablar, de manifestar aquello que estamos sintiendo y experimentando; adquiriendo cada vez más experiencia y asertividad en la medida en que practicamos el arte de comunicarnos.
Desde mis espacios de comunicación abierta y asertiva, que me permite comprender y ser comprendido; hasta aquellos momentos de silencios que me sumergen aún más en un pozo oscuro, mi alma abierta y dispuesta saluda a tu alma.
Miguel Frik: Haciendo Alma

1 comentario:

  1. *** Y de eso se trata la vida: de conseguir puntos de encuentro, no islas de desencuentro; vínculos que nos unan, no posturas que nos separan; canales de expresión, no discursos que nos hagan sentir incomprendidos. ***

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